La obesidad no es reversible, a no ser que se trate de
forma temprana. Esta es una de las conclusiones a las que llegó –tras 20 años de
estudios sobre el cerebro– el investigador argentino Marcelo Rubinstein, quien
dio una charla en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, en
el marco de una jornada de dos días de la Sociedad de Neurociencias del
Uruguay.
Los estudios de Rubinstein fueron
publicados en algunas de las revistas científicas más prestigiosas del mundo
como PLOS Genetics, Nature, The Journal of Neuroscience y Cell, entre
otras; y han tenido repercusión a nivel internacional. El biólogo y profesor
del Departamento Fisiología, Biología Molecular y Celular de la Universidad de
Buenos Aires centró sus estudios en preguntas sobre la obesidad, pero con foco
en las neurociencias, es decir, el cerebro.
El apetito, la sensación de
saciedad y en particular la respuesta a por qué la humanidad no puede parar de
comer han sido parte de su línea de investigación, que ha arrojado luz sobre la
obesidad, una pandemia mundial que según la Organización Mundial de la Salud,
afectó a un 13% de la población mundial adulta en 2014.
1. Hay que fracturar la pirámide
alimenticia.
¿Por qué es importante la pirámide alimenticia? Ha indicado las directrices que seguirán los gobiernos en política alimentaria en las últimas décadas. Sin embargo, y tras el crecimiento de la obesidad en todo el mundo, esta pirámide comenzó a ser cuestionada.
La mira de los francotiradores
cambió. La grasa ya no es el mayor problema; hay otros enemigos a los que
combatir. Recientemente el Journal of the American Medical Association
–publicación de la Asociación Médica Estadounidense, referencia en el ámbito
médico– publicó sus premisas a seguir en lo que es la alimentación saludable.
“Una dieta rica en grasas
saludables puede ser mejor para la gente, particularmente si ayudan a compensar
el consumo de comida que contiene altos niveles de sal, azúcar y granos
refinados (aquellos que fueron procesados y a los que se les quitaron las
semillas y cáscara)”, publicó la Biblioteca Nacional de Medicina estadounidense
(NLM por sus siglas en inglés).
Las dietas bajas en grasas
(low-fat en inglés) llevaron a la población a pensar que hay que eliminar las
grasas. Pero esto no es así. “Dietas altas en grasas como aceites vegetales,
nueces y lácteos pueden ser muy sanas, mientras que otras bajas en grasas pero
que incluyen alimentos como el arroz blanco, las galletas, bagels y las papas
chip bajas en grasas pueden ser terribles”, dijo el epidemiólogo y especialista
en nutrición Dariush Mozaffarian a NLM.
Los nuevos enemigos son los
productos procesados que tienen harinas purificadas y todo lo que tenga azúcar
purificado; galletitas, gaseosas, entre otros, dijo Rubinstein. Las frutas,
vegetales y grasas saludables pasan a estar en la lista de los alimentos que
hay que comer y, así, la pirámide queda fracturada.
Hay que concentrarse en productos
naturales, indicó el especialista. “Carnes, huevos, productos de granja,
lácteos, quesos, yogures, y por supuesto, vegetales” apuntó.
2. El riesgo de las azúcares y
los cereales engañosos.
El azúcar engorda, acelera el envejecimiento, destruye la flora intestinal, es adictivo y favorece el desarrollo de enfermedades como el cáncer y la diabetes, entre otros riesgos. La semana pasada un estudio publicado en la revista Circulation estimó las muertes de adultos a causa de las bebidas azucaradas en 184.000 cada año. Entre los países más afectados, hay ocho latinoamericanos.
“No es un problema complicado de
resolver, ya que estas bebidas no tienen ningún beneficio para la salud, por lo
que simplemente reducir el consumo evitaría decenas de muertes cada año”,
aseguró Mozaffarian en ese momento.
“No hay manera de ocultar bajo la
alfombra qué es lo que produjo la pandemia de obesidad en el mundo”, dijo
Rubinstein, quien agregó que en los principales medios del mundo ya ni
ocultaron las marcas de refrescos con una gran “X” roja. Las marcas aparecieron
en los titulares de todo el mundo. “Es una revolución y está hablando de que
efectivamente esto está cambiando y va a cambiar”, sostuvo.
Y los cereales no se salvan.
“Hubo un lobby tremendo muy bien hecho, parecido al que hizo Philip Morris y
otras tabacaleras para vender que era buenísimo fumar”, indicó Rubinstein,
quien explicó que muchos de los cereales que la población come a diario no son
sanos, de hecho, los comparó con las mal reputadas cookies.
3. La obesidad es reversible si
se trata temprano.
Si no se trata en los primeros años de edad, la obesidad no se puede revertir. A esa conclusión llegó el equipo de Rubinstein tras investigar en ratones de laboratorio transgénicos. Por sus trabajos, el argentino fue recientemente premiado por la Academia Mundial de Ciencias.
Rubinstein y su equipo
demostraron que existe un gen encargado de determinar cuándo comer y cuándo
dejar de hacerlo y cuya disfunción conduce al exceso de peso. “Trabajamos con
el gen POMC –la sigla de proopiomelanocortina–, que produce
neuropéptidos cerebrales que actúan como aneroxígenos; esto es, como inductores
de la saciedad alimentaria”, explicó Rubinstein hace unos meses al diario
argentino Perfil.
Esto significa que la obesidad
puede estar determinada por la genética, más que por el estómago y estudios en
hermanos gemelos a través del tiempo lo han demostrado. Las neuronas encargadas
de generar esa sensación de saciedad están en el hipotálamo y el freno a la
comida lo ponen a través de la generación de la hormona melanocortina.
“Se cree que uno puede comer sin
parar y después ponerse a dieta, que uno lo maneja. No es así. Nuestro trabajo
muestra que la obesidad es reversible solo cuando se ataca de forma temprana.
El cuerpo acumula en su memoria todo lo bueno y lo malo. A medida que aumenta
el porcentaje de masa corporal, se disparan mecanismos cerebrales que
recalibran el control de la ingesta para defender un peso mayor al normal”,
dijo al medio.
Por eso, su conclusión es que
cuanto más tiempo pase una persona sin tratar su obesidad, más difícil es
recuperarla. El trabajo de Rubinstein permitió conocer más sobre los mecanismos
cerebrales vinculados a la obesidad.
Gestión.pe
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